lunes, 4 de noviembre de 2024



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Hasta que una persona alcance la conciencia del altruismo, no podrá conocer la vida y la verdad.

Hazrat Inayat Khan

El amor tiene dos aspectos. El amor mismo y su sombra cayendo al suelo. El primero es celestial y el segundo es terrenal.
El primero desarrolla la abnegación en una persona y el segundo la vuelve aún más egoísta que antes.

El primero eleva a una persona a la inmortalidad y el segundo convierte un alma inmortal en un ser mortal.

En un corazón despierto al amor, aumentan las virtudes:

tolerancia, misericordia, perdón y compasión.

Debilidades como el odio y todo tipo de prejuicios

surgen cuando la sombra del amor terrenal

cae sobre el corazón de un mortal.

El poeta dijo que el primer paso en el amor enseña el desinterés; si esto no sucede, significa que la persona va en la dirección equivocada, aunque él mismo lo llame amor. Desde los primeros momentos de la vida en la tierra, una persona aprende las palabras "Yo soy", y sólo el amor le enseña a decir "Tú eres, no yo". Porque ningún alma puede amar y afirmar simultáneamente su propia existencia.

Profundizar constantemente en las tierras santas, que son el corazón humano, ayudará a encontrar agua viva en lo más profundo. Sin embargo, no basta con cavar y profundizar. El amor y la devoción ayudan a revelar las virtudes escondidas en el alma: la sinceridad, la gratitud, la ternura y el perdón, todo lo que alinea a la persona con la vida: con la vida santa y con la vida exterior.
Sucede que en el proceso de inmersión y profundización, una persona solo encuentra suciedad y pierde la paciencia. Entonces surgen la confusión y el descontento y la persona abandona nuevas búsquedas. Pero sólo la perseverancia paciente sacará agua de la tierra, porque antes de que una persona alcance las aguas de la vida, tendrá que excavar mucha tierra. No es el amor, sino la pretensión de él lo que obliga a uno a afirmarse. La primera y última lección del amor es que "Yo no existo, sólo tú existes", y hasta que una persona no haya llegado a tal desinterés, no conoce ni la justicia ni el derecho a la verdad, su ego está por encima de él o entre él y Dios. . - Pir-o-Murshid Inayat Khan

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